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A medida que cumplimos años, es natural empezar a notar ciertos cambios en articulaciones, la vista… ¿y pérdidas de memoria con la edad? ¿Cuándo debemos preocuparnos? Y sobre todo: ¿hay algo que podamos hacer para mejorar? Vamos a tratarlo.
1.- El envejecimiento y la memoria: ¿qué es esperable?
Lo primero que debemos entender es que el cerebro también envejece, igual que el resto del cuerpo. Es un proceso completamente natural. A partir de los 60 años, muchas personas notan que tardan un poco más en encontrar una palabra concreta, que olvidan el nombre de alguien que conocen o que necesitan más tiempo para aprender a manejar un aparato nuevo.
Esto no significa que estén empezando una demencia. Es lo que en medicina llamamos “declive cognitivo fisiológico” o envejecimiento cognitivo normal.
Algunos ejemplos de estos cambios normales incluyen:
- Tardar unos segundos más en recordar un nombre o una fecha.
- Dificultad para concentrarse cuando hay varias cosas ocurriendo al mismo tiempo.
- Necesidad de hacer listas o anotar más cosas para no olvidarlas.
Este tipo de olvidos no interfieren con la vida diaria ni afectan a la autonomía personal. Son frustrantes, sí, pero no peligrosos.
Por eso, es importante saber diferenciar entre lo normal y lo patológico. No todo fallo de memoria significa enfermedad, pero tampoco debemos pasarlo por alto si se vuelve frecuente o problemático.

2.- ¿Cuándo debemos preocuparnos?
Aunque muchas pérdidas de memoria son benignas, hay momentos en los que es necesario hacer una valoración médica más profunda. Porque no todas las alteraciones de memoria son iguales, y algunas pueden ser la señal de que algo más serio está empezando a desarrollarse.
Señales que deben llamarnos la atención:
- Olvidar hechos importantes de manera repetida, como haber comido o haber tenido una conversación.
- Repetir las mismas preguntas o historias en poco tiempo, sin darse cuenta.
- Perderse en lugares conocidos o no reconocer entornos familiares.
- Tener dificultades con tareas cotidianas como manejar dinero, cocinar o usar electrodomésticos.
- Cambios bruscos en la personalidad: volverse más desconfiado, agresivo, apático o desinhibido.
- Problemas para encontrar palabras muy habituales o construir frases coherentes.
- No reconocer a familiares cercanos o amigos íntimos.
Si tú o alguien cercano experimenta alguno de estos síntomas, es momento de consultar con un especialista en Geriatría o Neurología. Cuanto antes se detecte un posible deterioro cognitivo, más posibilidades hay de intervenir, planificar y mejorar la calidad de vida.
3.- ¿Qué podemos hacer para cuidar la memoria?
Aunque parte del envejecimiento sea inevitable, hoy sabemos que el estilo de vida influye mucho en la salud cerebral. De hecho, mantener un cerebro activo y sano es uno de los grandes pilares del envejecimiento saludable. Aquí te dejo algunas estrategias que funcionan:
Entrena tu mente cada día
Leer, escribir, aprender un idioma, hacer crucigramas, jugar al ajedrez, usar aplicaciones de entrenamiento cognitivo… Todo eso ayuda a mantener las conexiones neuronales activas. Cuanto más estímulo mental tengas, mejor se adapta el cerebro al paso del tiempo.
Muévete regularmente
El ejercicio físico no solo es bueno para el corazón y los músculos, también lo es para el cerebro. Caminar, nadar, hacer yoga o bailar mejora la circulación cerebral, reduce el estrés y favorece la neuroplasticidad (la capacidad del cerebro de adaptarse y aprender).
Come bien, come para el cerebro
La dieta mediterránea, rica en frutas, verduras, pescado azul, aceite de oliva y frutos secos, es protectora frente al deterioro cognitivo. Evitar el exceso de azúcares y alimentos ultraprocesados también es fundamental.
Dormir bien es esencial para el bienestar
El descanso nocturno es clave para fijar recuerdos y limpiar toxinas del cerebro. Dormir mal de forma crónica puede afectar a la memoria y acelerar el envejecimiento cerebral.
Cuida tu corazón y tus cifras
Hipertensión, diabetes, colesterol alto, obesidad o tabaquismo son factores de riesgo tanto para el corazón como para el cerebro. Controlarlos ayuda a prevenir el deterioro cognitivo.
Mantén relaciones sociales activas
La soledad no deseada y el aislamiento aumentan el riesgo de deterioro. Participar en actividades grupales, hablar con amigos, salir a la calle… todo suma para mantener la mente viva.

En resumen: Sí, es normal tener algunos olvidos a medida que envejecemos. Pero no todo olvido es inocente, y conocer la diferencia puede marcar la diferencia. No todo son pérdidas de memoria con la edad.
Ante cualquier duda, lo más adecuado es hacer una valoración geriátrica completa. Porque no se trata solo de ver si hay una enfermedad, sino de acompañar a la persona mayor en su conjunto: física, emocional y socialmente.